En memoria de Wilson Ramírez: el árbitro de los partidos difíciles

Dirigió durante 12 años más de 200 partidos en la primera división. Le llamaban ‘el Árbitro Chicharrón’ porque era designado para impartir justicia en los encuentros más difíciles del fútbol colombiano.

Wilson Ramírez concede entrevista a Juvenal Manjarrés.
Wilson Ramírez concede entrevista a Juvenal Manjarrés.

Wilson Ramirez Campo, considerado por los expertos como uno de los mejores árbitros que ha tenido Colombia, surgió de las “canchas abiertas” en Barranquilla e hizo tránsito directo al fútbol profesional. Esa condición especial que él tenía por virtud, otros la volvieron defecto de manera caprichosa.

“Yo salí de las canchas abiertas a pitar en el profesionalismo, no pasé por los campeonatos de Difutbol. Nunca pité un torneo infantil, prejuvenil o juvenil. Mucho menos sub-20, ni sub-23. El instructor que me evaluó fue Alirio Hoyos, quien dio el aval para que dirigiera en los estadios de Colombia”.

El silbato, nacido el 20 enero de 1958 en Hospital de Barranquilla, se desempeñó en el balompié nacional entre 1993 y 2005, destacándose por su seriedad y amplio conocimiento de las reglas de juego. Cualidades que le permitieron ser denominado como el mejor árbitro del país, solamente superado por Óscar Julián Ruiz.

“Las calificaciones mías me las daban cuando yo iba al centro de alto rendimiento físico de Coldeportes en Bogotá. Allá me llevaban hacer pruebas Fifa, yo las pasaba todas. Los presidentes de las comisiones arbitrales nos decían: primero Óscar Julián Ruiz y segundo Wilson Ramirez; los dos mejores árbitros de Colombia”.

Ramirez, sin ser árbitro internacional pitó en el 2001 la final entre América y Medellín. Pitó tres finales de la ‘B’ cuando ascendió Pasto, Quindío y Bucaramanga. También dirigió muchos clásicos del fútbol colombiano entre Millonarios – Santa Fe, América – Cali y Nacional – Medellín. “Me decían que yo era ‘el Árbitro Chicharrón’, porque los partidos peludos me los daban a mí”, apuntó.

El zar del arbitraje en Colombia

Llegó tarde al arbitraje, empezó en la ‘B’ promediando los 30 años y debutó en la ‘A’ a los 36, dirigiendo más de 200 partidos en primera división. Sin embargo, le quedó una asignatura pendiente, nunca recibió la escarapela Fifa que le permitiera pitar torneos Conmebol y asistir a las copas del mundo.

Se tejieron muchas versiones: que no hablaba inglés, que no tenía los partidos necesarios para ser árbitro internacional. Pero eso era mentira porque llegaron otros que ni sabían inglés, ni tenían la capacidad, ni lo superaban en trayectoria.

“En esa época había un zar en el arbitraje, que era Álvaro González Álzate, presidente de la Difutbol. Los colegios arbitrales pertenecían a la Difutbol al igual que las ligas. Cuando yo estaba Álvaro era el que mandaba, era el que ponía y quitaba los árbitros internacionales. Yo como nunca pité en las categorías menores de la Difutbol. Esa fue una traba que él siempre me puso porque nunca pasé por esos torneos”, señaló.

A Wilson le quedó la espinita por no ser juez Fifa a pesar de que cumplió a cabalidad con los requisitos. “Cuando yo pitaba había un tope de 80 partidos dirigidos a nivel profesional con buenas calificaciones, yo superé todas esas marcas”, advirtió.

En el retiro

Wilson Ramirez es electricista de profesión, actividad que aprendió en el Sena. Además, es miembro de la comisión disciplinaria de la Asociación Colombiana de Árbitros de Fútbol (Acolarfut).

El resto de su tiempo lo comparte con la familia, aprovecha el espacio que le quitaba el arbitraje para compartir con los suyos. Pero no deja el oficio que durante su juventud tanta satisfacción le causó. No ha olvidado el lugar donde todo comenzó.

“El arbitraje es como el amor de madre que se le mete a uno en la sangre. Yo todavía pito en las canchas abiertas, a nivel recreativo. Eso no se olvida. Cuando no tenga capacidad física, me tocará dejarlo, pero por lo pronto seguiré activo”, cerró.

Texto y fotografía: Juvenal Manjarrés. Entrevista republicada en memoria del fallecido árbitro. Acord Atlántico desea paz y consuelo a sus familiares.

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