Es el primer ganador en la categoría ‘Barranquillero Adoptivo’ de los Premios al Mérito Deportivo de Acord Atlántico y Equinorte.

En 1972, el futbolista proveniente de Uruguay, Julio Avelino Comesaña, en esas épocas con la melena rubia y jugador activo, pisó por primera vez Barranquilla. Hoy, 52 años después, es difícil pensar que pudiera vivir en un sitio diferente en todo el mundo.
Este viernes 5 de abril, Julio Avelino recibe de manos de Acord Atlántico y Equinorte el premio ‘Hijo Adoptivo de Barranquilla’, siendo el primer ganador de este galardón que premia a una persona nacida en otra parte del mundo, pero que, gracias a su aporte y representación de los colores de la ciudad, terminan siendo adoptados.
Comesaña nació en Montevideo, hace 76 años. La distancia de la capital uruguaya a Barranquilla es de 8.489,2 kilómetros. Ni el tiempo ni el espacio pudieron evitar el destino escrito para él: ser un barranquillero.
Su suerte se comenzó a escribir la primera vez que puso un pie en ‘La Arenosa’, cuando jugaba en Millonarios en 1972, bajo la orientación de Gabriel Ochoa Uribe, y de una vez sintió esa forma de ser de los caribeños, que le hizo terminar cambiando el Río de la Plata por el Magdalena.
“Llegamos al aeropuerto y hubo que esperar el bus. Mientras, la gente estuvo con el tema de los ‘cachacos’ y yo me reía de las bromas, que eran muy de frente, sin esconderse ni nada, con ese carácter. Luego, con el tiempo, me di cuenta de que en Barranquilla son muy especiales, son felices siempre”, aseguró.
Comesaña tuvo su primer paso por Junior en 1973 y luego regresó a Barranquilla para 1975, quedándose para comenzar a escribir su historia no solo con Junior, sino con la ciudad.

Esa ciudad que le bautizó con apodo que todavía hoy es su marca registrada: ‘Pelo e’ burra’.
“Eso fue en un partido, yo siendo entrenador, en Barranquilla, en el Metropolitano, fue Enrique Chapman que estaba en la tribuna donde había unos amigos míos, no sé porque haya sido, o porque si estaba molesto o algo, y creo que dijo: ‘Ese pelo e’ burra no sé qué’. Algo dijo de mí y todo el mundo empezó con el tema”, explicó.
Además, incluso, defiende a los curramberos en este sentido. Sus hoy en día vecinos han encontrado en ese apodo su forma de demostrarle el cariño y admiración de ser el más histórico de todos los entrenadores que han pasado por los rojiblancos en 100 años.
“La gente no lo dice para ofenderme, es una manera de distinguirme y de reírse. Algunos pensaron que a mí me molesta, yo me río, a mí no me molesta para nada. Me parece, en los barranquilleros, una expresión de cariño, no de ofenderme”, afirmó.
Comesaña acumula un busto en su honor, varios premios como mejor entrenador del año entregados por Acord Atlántico, distinciones de toda clase y del cariño de la afición.
Este viernes 5 de abril se le entregará quizás el único premio que le hacía falta defendiendo los colores de ‘La Arenosa’, el que lo oficialice como integrante de esta patria chica. Julio Avelino Comesaña es un Hijo Adoptivo de Barranquilla por excelencia.