De puntero izquierdo a doble medallista mundial: la inspiradora vida deportiva de Julio “El Baby” Peñaloza

Julio Peñaloza recibe el premio de Esewil Quesada, presidente de ACORD Atlántico.

Primero soñó con los goles, jugando como puntero izquierdo en los potreros de su infancia. Pero al mudarse al barrio Abajo, en Barranquilla, el destino le ofreció solo dos caminos deportivos: el boxeo y el béisbol. La presencia cercana de Roberto “Bobby” Polo lo encaminó hacia la pelota caliente. A los 12 años, en el campo del barrio Sevillar, comenzó a mostrar sus habilidades en la categoría juvenil, aprendiendo los secretos del juego con rapidez y pasión.

Pasó por varios equipos hasta que, en 1965 poco después del segundo título mundial del béisbol colombiano una oportunidad inesperada marcó su ascenso. Una lesión de Wilfrido “Charúa” Rodríguez, integrante de la selección nacional, le abrió paso en la primera categoría. Así comenzaba oficialmente la carrera de Julio “El Baby” Peñaloza, barranquillero nacido el 15 de febrero de 1948.

Con su potente bateo, su calidad como primera base y jardinero, y su compromiso con cada camiseta que vistió Triples Pizano, Astilleros Magdalena, Olímpica, entre otros clubes, se ganó un lugar en la historia. Representó con honor a Atlántico y a Colombia, alcanzando el subcampeonato mundial en 1971 en Cuba y la medalla de bronce en el Mundial de 1974 en Estados Unidos. Fue, y sigue siendo, un doble medallista mundial.

Este año, su legado fue honrado con el Premio al Mérito Deportivo Equinorte, en la categoría Vida y Obra a Deportista Barranquillero. En medio de lágrimas y emoción, durante la ceremonia celebrada en las instalaciones de Combarranquilla Boston, el inolvidable “Baby” Peñaloza pronunció palabras que calaron hondo:

“Primero que todo, quiero agradecerles a todos ustedes por no olvidarme. Agradezco a Sebastián Viera, aunque no lo conozco personalmente, y a Julio Comesaña por la felicidad que le han dado a Barranquilla con el Junior. Gracias a Estewill, a toda la prensa, y a todos los locutores que narraron mis hazañas en el béisbol. Estoy tan feliz que ya podría acostarme en un cajón tranquilo. Gracias, ahí está mi hija, que vino a acompañarme… No tengo más palabras. Solo pido una cosa:
¡Salven al béisbol! ¡Hagan campaña por el béisbol amateur, que está olvidado!” puntualizo Peñaloza.

Así, con voz quebrada, pero con la fuerza de quien vivió para su deporte, Julio “El Baby” Peñaloza pidió que no se deje morir al béisbol. Y con ello, selló un legado que trasciende las estadísticas: el de un luchador, un ídolo, y un eterno embajador del diamante.

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